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15.6.13

Primera Estancia del Bosque Animado


Eskafandras es un tándem formado por dos ilustradoras: Esther Múñoz y Zuriñe Aguirre y viceversa... 



Recordando al escritor español Wenceslao Fernández Flórez (1885-1964), con motivo de la conmemoración de su pérdida hace 50 años, nos apetecía rescatar una de sus obras más destacadas “El bosque animado“ para encender las velas de su 70 cumpleaños. 



Con una mirada diferente e inédita, hemos interpretado sus palabras cargadas de humorismo y crítica social, y os presentamos este proyecto de álbum ilustrado.



Nos hemos sumergido en el Bosque Animado de aquel 1943 en el que su autor se adelanta en el tiempo y hace una crítica social ácida y comprometida a través de unas líneas descriptivas y un texto cargado de poesía. 

Pequeños extractos de las ilustraciones...




 LA FRAGA DE CECEBRE




Ellos son también la diversidad. Comoquiera que se agrupen siempre forman un conjunto armonioso, y hasta los que nacen aislados en la campiña o sobre los cerros parecen tener una profunda significación que emociona el espíritu. Si los troncos son rectos, nos impresiona su esbeltez; si torcidos y atormentados, no deja de haber en ellos una sugeridora belleza, algo que les humaniza ante nuestros ojos.





Un día llegaron unos hombres a la fraga de Cecebre, abrieron un agujero, clavaron un poste y lo aseguraron apisonando guijarros y tierra a su alrededor. Subieron luego por él. Prendiéronle varios hilos metálicos y se marcharon para continuar el tendido de la línea.



Los árboles ejercitan distracciones, tan inocentes como ellos mismos, que no conocen el mal. Especialmente les gusta cantar, y cantan en coro las pocas canciones que han logrado componer. Como todas las plantas, aman intensamente el agua y a ensalzarla dedican sus mejores sinfonías, que son dos y las podéis oír en todos los bosques del mundo; una imita el ruido de la lluvia sobre el ramaje y la otra copia el rumor de un mar lejano. 




— ...Y, ustedes, aprendan de él. ¿Qué hace ahí ese nogal? Otros muchos más jóvenes he tratado yo cuando se estaban convitiendo en mesas de comedor y en tresillos para gabinete. ¿Y aquel castaño gordo, tan pomposo y tan inútil? ¿A qué espera para dar de sí varios aparadores? ¡Pues me parece a mí que ya es tiempo de que tenga juicio y piense en trabajar gravemente! ¡Vaya una fraga, ésta! ¡No hay quien la resista! Si yo no estuviese absorto en mis labores técnicas, no podría vivir aquí.